miércoles, 30 de diciembre de 2015

CAROLINA, SIEMPRE EDUCADORA

Por: Matilde Salas Servando

          El siglo Diecinueve cubano está colmado de mujeres que brillaron con luz propia en diversos campos de la cultura y entre ellas, se destaca Carolina Poncet de Cárdenas, a quien se le puede considerar como una habanera de altos kilates por la cultura enciclopédica que poseía y supo demostrar con creces, a lo largo de su extensa vida de nueve décadas   
Nacida el 13 de agosto de 1879, en el seno de una familia acomodada de la capitalina Villa de Guanabacoa, 18 años más tarde, aún en plena etapa colonial, se graduó de maestra y poco después comenzó a trabajar en la Escuela para Niñas número doce de La Habana.
Su ingente labor en beneficio de la educación y su gran afán de superación, trajo como resultado que en 1903 le otorgaran el galardón de la "Mejor Maestra del país" por la calidad de su trabajo. Esto le permitió asistir a la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, para recibir un curso de Pedagogía.
         La experiencia que alcanzó en sus años de práctica docente y los conocimientos adquiridos en esa reciente etapa, le permitieron preparar  sus propios métodos para impartir las clases, por lo que un año más tarde, durante la exposición efectuada en la ciudad de Saint Louis, en Missouri, Estados Unidos, fue condecorada con la medalla de plata que se otorgaba en el evento,  por su obra titulada: Lecciones de Lenguaje. Poco después, ese libro se aprobó por la Junta de Superintendentes de Cuba, como texto oficial para las escuelas públicas de la nación.
         A punto de finalizar la primera década del siglo Veinte, en el año 1909, Carolina Poncet egresó de la Universidad de La Habana, con el aval de su título de doctora en Pedagogía, lo que constituyó un nuevo punto de partida, en su exitosa carrera como docente.  
        Su horizonte intelectual se amplió con el reconocimiento a su labor en el campo de las letras, al obtener en 1910 el primer premio del concurso convocado por el Círculo de Abogados de La Habana, con la obra que  denominó: Biografía de Joaquín Lorenzo Luaces. Por entonces, mientras realizaba nuevos estudios en la bicentenaria institución educacional habanera, hizo una profunda investigación, que tituló: El romance en Cuba, un género de origen hispánico.
        Por la amplia búsqueda realizada en diversas fuentes, para poder terminar ese trabajo, algunos autores lo consideran como una labor de corte histórico-literario, con base en el folklore cubano, la que luego constituyó su tesis doctoral de la carrera de Filosofía y Letras, en la Universidad de La Habana.
La importancia de su labor brilla más, cuando la Academia Nacional de Artes y Letras le otorgó el primer premio por ese trabajo, que se publicó en las páginas de la Revista de la Facultad de Letras y Ciencias, de la bicentenaria casa de altos estudios de la capital cubana, en 1914.
Ese trabajo también se recogió por la  revista Bimestre Cubano, donde apareció un comentario en el que se señalaba: "Este estudio premiado por la Academia Nacional de letras y ciencias, no necesita los encomios de la revista Bimestre Cubano. Su autora ha afirmado con él una sólida posición en la Literatura cubana y una de las primeras entre nuestras mujeres publicistas(…)Las consideraciones sobre la poesía popular cubanas, son atinadas y ajustadas a criterio erudito y refinado .   
Poco después se creó la Escuela Normal para Maestros de La Habana, repartida en dos ramas: una para hembras y otra para varones. En la primera, fueron nombradas Carolina Poncet como directora y Guillermina Portela, en el cargo de secretaria. El doctor Ramiro Guerra asumió la dirección en el plantel destinado a los varones y José Suárez Alonso, tomó posesión como secretario.
         En febrero de 1915, después de llevar a feliz término dos carreras universitarias y recorrer un amplio camino como profesora en diversos niveles de enseñanza, la doctora Poncet optó por una plaza de profesora auxiliar en la Universidad de La Habana. Los amplios conocimientos que había demostrado   debían convertirla en una opositora aventajada, por encima de otros colegas del sexo masculino, pero la solapada actitud mantenida por un puñado de representantes de ese centro de estudios, que formaban los tribunales opositores, no le otorgaron una respuesta afirmativa, para poder realizar los exámenes de oposición, que en caso de salir airosa, como se esperaba por sus amplios conocimientos, le permitirían ganar la plaza
A pesar de que internamente los miembros del jurado estaban en contra de sus aspiraciones, en ningún momento esos catedráticos dieron una respuesta frontal y categórica, sino todo se efectuó entre evasivas, lo cual mantuvo en vilo a los académicos de entonces y constituyó un verdadero escándalo mediático, que se publicó en reconocidos órganos de prensa de la época.
Ante los hechos consumados, el periódico habanero La Lucha, se puso de parte de la justicia, que era como decir de la profesora Carolina Poncet, que por entonces tenía sólo 36 años y la califica como "una joven que honra a su país por su general cultura y los vastísimos conocimientos que posee en materia pedagógica"
Vale señalar, que hasta el Diario de la Marina, que a lo largo de su historia se destacó por sus ideas conservadoras, se refirió a la reconocida educadora en su edición del 11 de febrero de 1915 en estos términos: "Si no hay modo de oponer a la señorita Poncet un aspirante con bríos para derrotarla, vale más rendirse a la evidencia y darle el puesto con todos los honores".
           Consumada esa gran injusticia que le impedía acceder como profesora a la Universidad de La Habana, la destacada pedagoga le envió una carta al Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, en la que con toda claridad expresaba:
       "Tengo el honor de comunicarle que habiendo obtenido por oposición la cátedra de Gramática y Composición, Elocución, Literatura Española y Cubana en
la Escuela Normal para Maestros de La Habana, y alcanzado el honor de ser elegida por mis compañeros  de Claustro Directora de este Establecimiento, he resuelto renunciar a mi calidad de opositor a la cátedra de Profesor Auxiliar de la Escuela de Pedagogía de la Universidad de La Habana".               
      De esa manera airosa dio por terminada la desagradable polémica académica y su ética profesional quedó por encima de sus opositores, que sólo seguían una desmedida discriminación, por cuestiones de género, lo que a todas luces es una forma solapada de ejercer la violencia contra una mujer, que en este caso era una profesional de grandes méritos.
        Lo anterior se demuestra con creces en lo expresado por la intelectual cubana Mirta Aguirre, cuando afirmó que la Doctora Poncet "libró batallas pedagógicas encaminadas al establecimiento de una política educacional revolucionaria".
        Como tarea simultánea con su labor docente, la profesora Poncet de Cárdenas colaboraba sobre temas de Literatura y Folklore en diversos medios de prensa, especialmente revistas, entre las que se destaca, la que editaba la Sociedad Lyceum, de la que fue fundadora en 1936 y al año siguiente la nombraron directora.
          Simultaneó esa labor con su activa participación en la Asociación Amigos de la Biblioteca Nacional, creada en 1936 por iniciativa del doctor Emilio Roig de Leuchsenring, que la presidía. Fue la única mujer que formó parte de la primera directiva de esa institución, con el cargo de vice-tesorera, junto a prominentes figuras como: Elías Entralgo, Emeterio Santovenia, Benigno Souza, Joaquín Llaverías, José Antonio Ramos, Félix Lizaso y Nicolás Guillén, entre otros intelectuales de gran valía.
        Su destacada trayectoria profesional también se puso de manifiesto en el libro Florilegio de escritoras cubanas, del escritor Antonio González Curquejo, quien en diciembre de 1918 se refirió a la Doctora Poncet cuando dijo: "Leyendo
su tesis y recordando otros trabajos suyos, se llega a la conclusión halagadora de que es la señorita Poncet uno de los más brillantes exponentes de la capacidad de la mujer cubana para las lides del pensamiento. En sus escritos hay corrección y cuidado, método y ordenamiento en las ideas, dominio perfecto del lenguaje y su estilo es natural, lleno de vigor y belleza (...) contribuye con sus sabias lecciones al mejoramiento de la enseñanza y la cultura nacionales" 
       Este desagradable episodio relacionado con la trayectoria profesional de la Dra. Poncet de Cárdenas no le impidió seguir adelante con su labor educativa, de ahí que durante nueve lustros, fue profesora de la Escuela Normal para Maestros de La Habana, luego de ganar por  concurso-oposición en 1915, las cátedras de Lengua y Literatura Española y Metodología del Español.
       Su larga permanencia en las tareas docentes se extendió hasta 1960 y sólo se interrumpió en dos ocasiones: primero, cuando fue cesanteada en 1931, durante el período gubernamental del tirano Gerardo Machado, como represalia por sus manifestaciones contra la dictadura del asno con garras, como lo calificara el luchador antiimperialista Rubén Martínez Villena. Cuatro años más tarde volvió a perder su empleo, al ser acusada de haber participado en la huelga, que se inició   en el mes de marzo de 1935.
         Su labor intelectual, siempre en ascenso, también fue destacada por otras figuras de gran relevancia, como el intelectual villaclareño Medardo Vitier Guanche, quien se refirió a la Dra. Poncet en el artículo titulado Valoraciones, que publicó en mayo de 1950, en el Diario de la Marina y dijo: "al examinar el cuadro de nuestras figuras docentes, me he fijado en ella, por su fecunda dedicación a la cátedra, por su conocimiento de los problemas escolares por su relieve literario y por su ya largo magisterio(...) En lo concerniente a la Literatura, no sólo conoce con profundidad la española, sino que ha contribuido con investigaciones personales a esclarecer puntos del
Romancero, materia que ha venido a ser de colaboración internacional(…) La República, en lo callado y formativo, se enriquece a virtud de figuras como esta, preocupadas por el destino de la juventud, ávidos de luz para la Escuela, perennes en su fervor cubano".      
        Otra importante opinión sobre la profesora Carolina Poncet es la que ofreció el periodista Rafael Marquina, del rotativo Información, en diciembre de 1946, cuando dijo: "Deliciosa conferencia la de la doctora Carolina Poncet. Erudición, buen gusto, finura sagaz, gracia de selección. De todo ello dio muestras una vez más la distinguida profesora, tan eminente en toda ley de estudios de folklore literario que ha merecido el respeto y el elogio del maestro Méndez Pidal, en la conferencia, que sobre "Canciones y romances de Navidad", leyó en el Lyceum".                       
          El homenaje a la brillante trayectoria que mantuvo durante su vida la Doctora Carolina Poncet de Cárdenas, ahora se hace presente en la labor que se desarrolla por investigadores y estudiosos de su obra, en la cátedra que lleva su nombre, en el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Juan Marinello, que se dedica al conocimiento de los procesos de transmisión oral de la cultura.
         Su vida se apagó el 27 de noviembre de 1969, en su casa del municipio habanero de Marianao, alejada ya de la actividad creadora, que la mantuvo en una constante labor por más de seis décadas, pero sus ideas siguen vivas por la profunda huella que dejó su quehacer en nuestra sociedad y muy especialmente en la Educación Cubana.